Psicología

Gestión de la ansiedad

La ansiedad es una activación fisiológica y cognitiva que se experimenta de forma intensa en situaciones en las que el sujeto se siente amenazado por un peligro externo o interno.

Nos anticipa las consecuencias negativas.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es un estado emocional que todo el mundo ha experimentado en algún momento y que ayuda al organismo a prepararse para hacer alguna cosa importante. Produce una reacción psicofisiológica de activación intensa del sistema nervioso central y de todo el organismo. Aparece cuando se ha de actuar en una situación que demanda un esfuerzo intenso o sostenido y sirve para activar y hacer frente a una amenaza o peligro que está ocurriendo en el presente o que puede pasar en el futuro.

El objetivo no puede ser eliminarla, sino aprender a tolerarla y gestionarla.

No proviene de pensar sobre el futuro, sino de querer controlarlo.

¿Cuáles son los síntomas más habituales?

Ansiedad es cuando solo consigues relajarte al ver que el fregadero está recogido y las tareas de la casa están hechas.

Funcionamiento de la ansiedad

Cuando se habla de cómo funciona un trastorno de ansiedad es útil hacerlo a través de un círculo vicioso, es decir, un funcionamiento que por sí mismo tiende a mantenerse y hacerse más fuerte.

Cuando una persona tiene síntomas de ansiedad nota algunas sensaciones físicas desagradables como palpitaciones o mareos. Esto ocurre porque las situaciones de peligro (real o imaginario) producen reacciones a nivel cerebral y hormonal que activan el cuerpo como si fueran una alarma antiincendios: cuando se detecta una posible amenaza, toda la atención de la persona se dirige hacia esta situación para huir del peligro y sobrevivir.

Así, la persona respira más fuerte (para disponer de más oxígeno), el corazón late más rápido (para hacer llegar más sangre a los músculos y al cerebro y tener más glucosa y oxígeno), los músculos se tensan (para estar más preparados para huir o defenderse), los poros de la piel se cierran (para protegerla de posibles lesiones), etc. Paralelamente, se envía información de la alarma a otras glándulas del cuerpo para que liberen hormonas (glucocorticoides) que tienen un efecto antiinflamatorio en los tejidos y órganos, para evitar daño físico. Así, el cuerpo se siente como una olla a presión.

Una vez pasa el peligro o si se tiene éxito a la hora de afrontarlo, o si simplemente la persona se da cuenta de que no hay ninguna amenaza real, la alarma a nivel cerebral se desactiva, el sistema nervioso se reequilibra y el miedo o la ansiedad disminuyen.

Pero también puede ocurrir que, a veces, no se sepa cuál es el peligro concreto o de dónde viene. Entonces, la atención se fija mucho en las sensaciones corporales desagradables, lo que probablemente hace que el ritmo cardíaco y respiratorio aumenten aún más hasta el punto de que cueste respirar.

El aumento de estas sensaciones también incrementa los pensamientos negativos. Si todo esto sucede cuando, por ejemplo, se está cogiendo el ascensor, es probable que en algún momento se decida no cogerlo más (evitación) o se haga sólo cuando son ascensores nuevos o se va acompañado del entorno cercano (conducta de seguridad).

Ansiedad es revisar a menudo el móvil a ver si han contestado tu propuesta o en ese grupo de WhatsApp

Propuesta de primeros auxilios para la ansiedad

Busca un lugar apartado y tranquilo que permita auto observar tu respiración.

Ansiedad es preferir encargarte tú de ciertas tareas no vaya a ser que otra persona se le olviden o las haga peor.

Cómo ayudar a alguien que tiene una crisis de ansiedad

Fomentar la escucha activa y la validación emocional sobre sus miedos e inseguridades.

Favorecer que pida ayuda simplemente estando presentes cuando lo necesite y no ofreciendo la ayuda sin que sea ella la que la busque, reforzar cuando se produzca con tiempo compartido juntas, comprensión y seguridad.

Crear momentos de calma y gestión emocional.

Acompañar para crear un espacio o lugar de calma en casa y en el instituto donde se sienta segura y pueda reducir sus niveles de ansiedad. En clase puede ser simplemente dejarla alejarse del lugar activador y relajarse.

Aplicar las técnicas utilizadas en sesión:

Redirigir su atención hacia otro tipo de pensamientos si vemos que no es capaz de relajarse sola, hablar de otros temas, dibujar o escuchar música y salir del escenario estresante.

Para ayudarle a mantener la calma, con un tono de voz tranquilo sin alarmar. Una postura corporal relajada y acompañar en todo momento si lo precisa.

Crear una rutina del sueño en casa dónde tenga mínimo 8 horas de descanso a diario, regular la hora de acostarse y restringir el uso de aparatos electrónicos que activan ansiedad.

Crear posturas corporales que promueven la relajación, tumbada o semi inclinada para favorecer la respiración.

Fomentar momentos de liberación de adrenalina mediante actividad física adaptada a sus capacidades.

Reducir el uso de discurso o habla en momentos de intensidad emocional elevada dirigiéndonos al espacio de calma y a regular la emoción con una actividad tranquila o con una postura de las que comentamos en punto
anterior.

Gestión de la ansiedad

Ahora que ya sabes un poquito más sobre la ansiedad, quizá te resuenan estos pequeños gestos cotidianos

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